Talleres literarios - Días imaginarios

¿Por qué nació el taller?

En 2023 empecé a dar talleres de escritura a compañeros del Profesorado en la Unsam de forma gratuita. Quería transmitir muchas herramientas que había reunido con los años, en mi paso por distintos talleres. Desde la adolescencia, en que aprendí guitarra, que quería enseñar una disciplina artística. Pero como tomé el camino de las letras, decidí enseñar esa materia acerca de la cual creo que conozco más.


¿Por qué el nombre?

El nombre “Días Imaginarios” se corresponde con el título de una compilación de microrrelatos del español José María Merino. Simplemente me gusta la combinación de palabras: días + imaginarios, y se corresponde con cierta actitud ante la vida, de ensoñación. Me gusta esa cosa medio engañosa de que es el día lo que es imaginario, en vez de que uno es el que imagina. Hay algo como de proyección de la conciencia de uno mismo sobre el mundo. Igual, es sólo un nombre.


¿Tiene restricciones un taller? ¿Cuáles?

Sí. Aunque parezca increíble, hay quienes presentan escritos de otros como propios y, también, quienes usan inteligencia artificial y presentan el resultado de esos textos sin modificación alguna como si fueran propios. No estoy para nada en contra de usar la I.A. como herramienta. Por ejemplo, si queremos componer un texto que sucede en tribunales, con personajes que naturalmente emplean un vocabulario propio de ese ámbito (y si, como yo, somos totalmente ajenos a ese mundo), no está mal consultar por expresiones afines. ¡Pero no pedir un relato y presentarlo como propio!


¿Por qué le recomendaría a alguien empezar en su taller?

Se lo recomendaría a todo quien desee tener un acompañamiento semanal en torno a su proceso creativo, recibir sugerencias de lecturas personalizadas, devoluciones con fundamentos teóricos.


¿Qué opinión tiene de la modalidad virtual?

Sólo he dado talleres con esa modalidad, la virtual. El alcance es mucho mayor, ya que personas de todo el país pueden acceder, así. Si no, el público se limita a CABA o, más aún, a un solo barrio. Y es más difícil convocar gente entonces. Es más una cuestión estadística y práctica. Me gusta pensar a esta modalidad como la versión actualizada de los talleres por correspondencia de siglos atrás.


¿Para qué sirve un taller literario?

Por lo menos de la forma en que yo lo pienso, es para que se genere cierto “aire” entre uno y el texto. Permitir ingresar a un tercero, que pueda señalar tanto los aciertos como aquellas zonas que precisan más desarrollo o maduración. No creo tener la última verdad, y también tengo mi propio “sesgo”, para usar un término actual, pero sí una mirada externa, con cierta distancia. Yo también asistí a talleres y he trabajado mis textos con profes, así que conozco todo lo que puede aportar a un texto (y al proceso de uno como escritor) una mirada de afuera.


¿Le sirve a alguien que recién empieza a escribir un taller? ¿Y su taller en particular?

En general, quien se acerca a un taller es porque ya ha leído algo que lo ha conmovido y quiere generar eso o algo similar en otros. Es muy poco probable que exista alguien con un grado nulo de experiencia en el proceso de invención o de recepción de historias. En todos lados hay historias, en la tele, en la radio, en los videojuegos, en las letras de canciones o en la misma vida cotidiana (digo, para poner ejemplos supuestamente ajenos a lo tradicional-literario). Particularmente, me encanta que venga alguien con un gusto aún poco desarrollado, porque es un desafío hallar textos que los conmuevan. Oliverio Girondo suele funcionar muy bien en esos casos. Además, también fue de mis primeros amores, en lo que respecta a poesía


¿Por qué se habla de “taller” literario?

Me gusta la idea de “caja de herramientas”, asociada al taller de un artesano. O esos tableros que suelen tener los carpinteros o los bicicleteros o los luthieres, llenos de llaves, destornilladores, pinzas de todo tipo y tamaño, etc. O esos bancos de trabajo con prensas, lámparas y cajones adheridos. En nuestro caso, si bien tenemos un escritorio, un teclado y un monitor, o en su defecto anotador y birome, las herramientas no son materiales. En cambio, hablamos de recursos retóricos, formales, estructurales, léxicos, simbólicos, estéticos, conceptuales que se adquieren leyendo y reflexionando, y asistiendo a clases con quienes han leído y reflexionado más que uno.


¿Cómo organiza el grupo o los grupos?

Mi taller por el momento es individual y por mail. Cada tanto doy algún que otro taller grupal y por zoom sobre algún tema específico. El que más me gusta dar es el “Taller de herramientas poéticas”, en que vemos recursos más asociados al famoso “cómo” del lenguaje: sonoridad, cadencia, ritmo, sensorialidad, voz.


¿Por qué se dedica a coordinar un taller literario?

Me interesa mucho el rol como acompañante. Estar constantemente en contacto con historias me apasiona totalmente. Y si, además, mi visión puede aportar algo a esas historias, y es bien recibido y valorado por otros, eso me produce mucha gratificación. Hay algo del orden de la vocación

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