¿Cómo o por qué nació la editorial?
Nace como una extensión natural de la revista digital En el margen, fundada hace 10 años por Helga Fernández a partir de un blog llamado Uno con otros. Ese blog tenía un espíritu interdiscursivo, alojando el psicoanálisis en conversación con otros discursos contemporáneos. La revista funcionó, y sigue funcionando, como un laboratorio de ideas y un espacio de encuentro que decantó naturalmente en la necesidad de producir libros, sostenida en el trabajo colectivo de analistas, escritores, artistas y ensayistas.
La editorial surge desde una posición política y epistémica muy definida: instalar un horizonte editorial “otro” respecto del establishment, entendido como el conjunto de instituciones y agentes que buscan mantener el orden cultural establecido. En lugar de reproducir las formas canónicas, En el margen se propone hacer lugar a lo descentrado, a lo que irrumpe desde los bordes, sosteniendo en acto que el saber del inconsciente aparece justamente en los intersticios del discurso dominante.
Esta orientación se inspira en la tradición de los años 70 en Argentina —un momento de intensa producción colectiva y pensamiento crítico— y responde a las consecuencias que el Terrorismo de Estado generó en el campo del psicoanálisis: aislamiento, endogamia y clausura del discurso. La editorial nace entonces como gesto de reapertura, de reanudación del lazo comunitario.
Hoy, esa apuesta se redobla frente a un contexto que percibimos como de “cierre cultural”, marcado por la homogeneización neoliberal del mercado, el auge de discursos dogmáticos y la precarización de la vida cultural. En este escenario, la editorial se afirma como un espacio de resistencia necesario para que el psicoanálisis vuelva a ser un discurso entre otros y no un discurso encerrado sobre sí mismo.
¿Por qué se llama así?
El nombre En el margen remite al lugar que ocupa el psicoanálisis en los bordes del discurso institucionalizado, pero también al valor central que adquieren los fenómenos marginales en la construcción de subjetividad. Tal como Lacan señala que los sueños, lapsus, chistes y síntomas —es decir, aquello relegado al margen— son fundamentales para que exista el sujeto del inconsciente, la editorial reivindica que lo marginal no es accesorio o periférico, sino el lugar donde aparece lo verdaderamente vivo.
Asimismo, la referencia al margen convoca una genealogía contracultural: si la contracultura no hubiera inventado modos marginales de circulación como el fanzine para eludir la censura del discurso dominante, muchas formas de pensamiento crítico y comunitario no habrían tenido lugar. En el margen se inscribe en esa tradición y se nombra así como declaración de principios: publicar, alojar y poner en circulación lo que los discursos centrales no quieren o no pueden escuchar.
Este nombre, además, expresa una práctica editorial que busca interrumpir la homogeneidad del campo cultural, valorando los desvíos, las fisuras y los restos discursivos que abren preguntas en lugar de clausurarlas.
¿Tenían una idea predefinida del catálogo o se fue haciendo sobre la marcha?
Había una posición editorial clara: alojar producciones que se sitúen por fuera del centro institucional, que exploren los intersticios entre psicoanálisis, literatura, ensayo y arte. No hay un catálogo cerrado previo, sino una orientación: lo marginal, lo transversal, lo que tensiona las formas establecidas.
A partir de esa brújula, el catálogo se fue construyendo en diálogo con los autores y las necesidades de la época. Esto se traduce en colecciones que buscan activamente esos cruces; por ejemplo, alojando ensayos que tensionan la biografía y la teoría crítica, narrativa que explora la extrañeza del lenguaje cotidiano, o poesía que trabaja sobre el lenguaje de la clínica desde una perspectiva no académica. El catálogo es, en sí mismo, una demostración de que las fronteras disciplinares son porosas.
¿Cómo seleccionan material?
Seleccionamos textos que se inscriben en la línea editorial: producciones que dialoguen con el psicoanálisis desde la escritura, el pensamiento crítico, la poesía o la narrativa. Priorizamos aquello que provoca una lectura, que abre preguntas y que sostiene una posición ética respecto al discurso, evitando la jerga cerrada o el academicismo.
Buscamos publicar textos que objeten los géneros literarios. Consideramos que la literatura, el ensayo, la poesía, en vecindad con el psicoanálisis, son prácticas donde suenan sensibilidades y se construye la subjetividad. Nos interesa lo que se cuela por rendijas semánticas y sintácticas de las tramas: la terapia de un relato, la corporeidad del ensayo, la lógica de las conjeturas, la precisión de la especulación. Nos interesan las nuevas escrituras que revitalizan la fuerza de la ficción.
¿Cuál es su mecánica de trabajo una vez seleccionado el autor/a?
El trabajo es colectivo. Involucra acompañamiento editorial, lectura minuciosa, diálogo permanente con el autor y construcción compartida del libro como objeto cultural. No se trata solo de editar un texto, sino de construir un dispositivo de pensamiento.
¿Cuán integrado queda el autor/a en el proceso?
Altamente integrado. El proceso es dialógico: el autor participa de las decisiones editoriales, las correcciones, la propuesta de tapa, y forma parte de una trama colectiva. La editorial concibe al autor como parte activa del dispositivo, no como alguien externo al proceso. Es más, consideramos que el autor es un agenciamiento colectivo designado en un nombre.
¿Cómo abordan el diseño y la materialidad del libro?
Concebimos el libro como una obra, no solo como un producto. Esto implica una apuesta fundamental por la materialidad. Tratamos de efectuar distintas materialidades de acuerdo a la necesidad que traen consigo las particularidades de una fuerza textual. El papel, la encuadernación, la tipografía y el diseño no son neutrales; son parte activa de la experiencia de lectura. En la era digital, insistir en el objeto-libro no es un gesto nostálgico, sino una decisión política sobre cómo queremos que circule el pensamiento y qué temporalidad de lectura proponemos.
La tapa, en particular, se piensa como parte del concepto del libro. No es un mero envoltorio, sino el umbral de la lectura. Se decide junto al autor y el equipo editorial, buscando que el diseño dialogue con la posición del texto y con la identidad visual de la editorial, que privilegia lo artístico y lo disruptivo. Pensamos que el lenguaje visual es tan importante como el escrito. Tratamos de no reducir la imagen a una ilustración o demostración de lo que el texto dice, sino que se exprese por sí misma, incluso contradiciendo el llamado contenido del libro.
¿Cómo circulan los libros y se construye la comunidad?
Coherentes con nuestra genealogía contracultural, buscamos modos de circulación que escapen a la lógica exclusiva del mercado masivo. Priorizamos la relación con librerías independientes, que son espacios vitales de resistencia cultural, y fomentamos la venta directa y la participación en ferias del libro independientes y autogestivas. La distribución es también una práctica política.
Además, el “lazo comunitario” que proponemos no se limita a la relación con el autor, sino que se extiende a los lectores. Entendemos la editorial como un agente cultural activo. Esto implica generar actividades que van más allá del libro publicado: talleres de escritura, seminarios de pensamiento crítico, presentaciones performáticas o grupos de lectura. Buscamos que la editorial sea un espacio vivo de encuentro e interlocución.
¿Cómo ves a la editorial dentro de un año?
Ojalá que siga creciendo. Esperamos consolidar el catálogo y multiplicar el lazo comunitario: proyectos nuevos, participación en ferias, presentaciones y alianzas. Esperamos seguir abriendo márgenes y generando pensamiento en tiempos de cierre cultural.
¿Qué te parece que hace la editorial para mejorar la industria?
* Amplía el campo editorial incorporando voces marginales o silenciadas.
* Introduce el psicoanálisis en diálogo con la cultura contemporánea de forma accesible y creativa.
* Promueve la circulación de pensamiento crítico no institucionalizado.
* Reivindica el trabajo colectivo frente a la lógica individualista del mercado.
* Apuesta por la materialidad del libro como experiencia política y estética.
* Desarrolla estrategias de circulación y comunidad que fortalecen el ecosistema cultural independiente.